lunes, 6 de febrero de 2017

Compartiendo la vida Misionera
 Isla de Tierra Bomba corregimiento de Bocachica
Llegando a la comunidad de Bocachica me impactó mucho la población afrocolombiana quienes viven la alegría y la fiesta de la vida, dentro de sus costumbres e idiosincrasia particular reflejan una imagen de Dios cercano y vivo.
Acompañando el grupo del coro con los niños me sentí feliz de vivir  con ellos  los distintos momentos de compartir la vida, estando en esa experiencia fui conociendo sus realidades, sus familias, sus deseos, sus sueños, sus esperanzas.
Un día al término de la santa misa dominical hicimos una linda experiencia de escuchar un testimonio impactante y conmovedor, en tiempo de navidad: la Señora María quien con gran alegría nos contó la historia de su embarazo hasta que nació su pequeño niño “Moisés”.
Ella ha pasado por varias dificultades en el periodo de espera y los médicos le habían diagnosticado, que su bebe nacería con deformaciones en el cuerpo, esto la llenó de angustia y dolor, pero ella durante los nueve meses colocó toda su confianza en  el Señor Jesús, se expresaba diciendo: “Señor, tú lo sabes todo, tengo fe en ti”, ayúdame con mi hijo a que sea sano, lo decía una y otra vez, venia al templo y oraba al Señor con fe.      Después de toda esta situación llegó el tiempo de dar a luz y se preparó a recibir su bebe, para ella fue totalmente un milagro ver su pequeño sano  y sin defecto, un niño normal; su inmensa alegría y gratitud por esta maravilla, le hizo salir de sí misma y  como la Virgen María de Nazaret canta el magníficat al Señor de la Vida. Ella  con  todo esto nos invita a confiar cada día plenamente en el Señor Jesús con certeza que El escucha nuestras súplicas.
Fue una de las tantas experiencias vividas en esta comunidad sencilla y acogedora, al mismo tiempo sentía la presencia de Dios que actúa, dinamiza y refuerza la dignidad de cada persona, desde su historia de vida. Ciertamente la gracia y la bendición  de Dios como dice el canto se derraman como un torrente de agua viva, fortaleciendo de ese modo la esperanza y la convivencia solidaria entre todos.
Ha sido una experiencia significativa en mi vida misionera, me ha   marcado una vez más el amor incondicional de nuestro Buen Dios que es y será el Señor de la vida,  que acompaña el caminar de todos los pueblos  hacia su presencia tierna y cercana.                      
Muchas Gracias y Bendiciones   Hermana Emilce Portillo MC

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